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La falsa precisión en los baremos de valoración de incapacidades


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En la medicina legal y el ámbito pericial, la valoración de incapacidades es un proceso complejo que busca cuantificar el daño sufrido por una persona a causa de un accidente o enfermedad. Este proceso se realiza a través de la aplicación de baremos y tablas de valoración, herramientas que asignan un valor numérico, habitualmente un porcentaje, a la disminución funcional de un órgano, sentido o miembro.

Sin embargo, como bien señala el Dr. Guillermo Gustavo Maciá en su obra Lesiones en los miembros superiores, esta cuantificación, aunque necesaria, está marcada por lo que él describe como “falsa precisión”.

La necesidad de cuantificar el daño corporal

Desde la promulgación de la ley 9688 en Argentina, que estableció un sistema normativo para la valoración de incapacidades, se ha intentado asignar un número porcentual a diferentes patologías o secuelas físicas. Este sistema ha sido diseñado con la intención de facilitar la resolución de casos legales y asegurar una compensación económica justa para los afectados. No obstante, el Dr. Maciá subraya que este enfoque presenta fallas significativas, las cuales no han sido corregidas a lo largo del tiempo.

La “falsa precisión” es un concepto que se refiere a la aparente exactitud que se otorga a las valoraciones numéricas en los baremos. En otras palabras, aunque los números pueden sugerir una exactitud científica, en realidad, estas cifras no reflejan con precisión la verdadera magnitud del daño sufrido por una persona. Como señala Carlos Vaz Ferreira en su obra Lógica Viva (1910), citada por el Dr. Maciá, esta precisión es, en muchos casos, solo aparente y puede llevar a decisiones erróneas si se toma como una verdad absoluta.

El origen de la falsa precisión en la valoración de incapacidades

El concepto de “falsa precisión” no es nuevo. A lo largo de la historia, diversas civilizaciones han tratado de establecer criterios para valorar el daño corporal. Desde las Leyes de Ur Nammu hasta el Código de Hammurabi, pasando por la Ley Sálica y el Fuero de Zurita, se ha intentado asignar un valor económico al daño físico sufrido por una persona. Estas antiguas legislaciones, aunque rudimentarias, ya mostraban la dificultad inherente de cuantificar con exactitud las secuelas.

El Dr. Maciá argumenta que, en la actualidad, los médicos y magistrados deben ser conscientes de que las tablas de valoración de incapacidades, aunque necesarias, están basadas en una precisión que es en gran medida ilusoria. Este problema se manifiesta cuando se intenta cuantificar el daño corporal de manera uniforme, sin tener en cuenta las particularidades de cada caso. Por ejemplo, el valor porcentual asignado a la amputación de un dedo o a la pérdida de la audición puede variar significativamente dependiendo de la normativa aplicable y de la interpretación del perito, lo que pone en evidencia la subjetividad inherente al proceso.

El papel del médico perito en la reducción de la falsa precisión

Dado que el médico perito es quien tiene el contacto más directo con el paciente o el damnificado, es su responsabilidad mitigar, en la medida de lo posible, esta “falsa precisión”. El informe del médico perito debe ser detallado y claro, proporcionando al juez todos los elementos necesarios para emitir una sentencia lo más justa posible. En su libro, el Dr. Maciá enfatiza la importancia de que los profesionales de la salud no se limiten a aplicar mecánicamente los baremos, sino que también consideren las particularidades de cada caso y utilicen su criterio clínico para proporcionar una valoración más ajustada a la realidad.

Un ejemplo ilustrativo de este desafío se encuentra en la valoración del daño psicológico, que a menudo se cuantifica de manera imprecisa debido a la falta de parámetros claros y objetivos. En muchos casos, el daño psicológico es evaluado mediante entrevistas y pruebas que pueden arrojar resultados dispares, dependiendo de la subjetividad del evaluador y de la colaboración del evaluado. Este es solo uno de los muchos aspectos donde la “falsa precisión” puede distorsionar la realidad del daño sufrido por el paciente.

Consecuencias de la falsa precisión en el ámbito legal

Las implicaciones de la “falsa precisión” no se limitan al ámbito médico, sino que se extienden al legal. En la práctica, los jueces y abogados pueden verse influenciados por los valores porcentuales asignados por los baremos, asumiendo que estos reflejan con exactitud la magnitud del daño. Sin embargo, como argumenta el Dr. Maciá, confiar ciegamente en estos valores puede llevar a decisiones injustas, que no toman en cuenta las particularidades del caso o que subestiman el verdadero impacto del daño en la vida del damnificado.

Un caso emblemático que ilustra esta problemática es el de las amputaciones en miembros superiores. Según las tablas de valoración, la amputación de una mano puede recibir un valor porcentual similar al de la amputación de un pie, sin embargo, el impacto funcional y psicológico de perder una mano es significativamente mayor, especialmente si el damnificado es una persona cuyo trabajo depende de la destreza manual. Este tipo de incongruencias pone de relieve la necesidad de que los jueces y médicos peritos aborden cada caso con una visión crítica y no se limiten a aplicar los baremos de manera rígida.

Hacia una valoración más justa y precisa

Para abordar las limitaciones de la “falsa precisión”, es fundamental que los sistemas de valoración de incapacidades evolucionen hacia enfoques más integrales y personalizados. Esto implica no solo una revisión y actualización constante de los baremos, sino también la incorporación de criterios que permitan a los peritos ajustar sus valoraciones según las circunstancias particulares de cada caso.

Además, es necesario que se desarrollen metodologías que reduzcan la subjetividad en la evaluación del daño corporal, como la implementación de herramientas tecnológicas avanzadas y la estandarización de procedimientos de evaluación. Asimismo, la formación continua de los médicos peritos en aspectos tanto técnicos como éticos es crucial para asegurar que sus informes reflejen una valoración justa y precisa del daño.

Conclusión

La “falsa precisión” es un desafío inherente al proceso de valoración de incapacidades, que requiere una atención cuidadosa por parte de los médicos peritos, jueces y legisladores. Como bien señala el Dr. Guillermo Gustavo Maciá en su obra, aunque los baremos y tablas de valoración son herramientas necesarias, su aplicación debe ir acompañada de un enfoque crítico que tenga en cuenta las particularidades de cada caso. Solo así se podrá avanzar hacia un sistema de justicia que realmente refleje el daño sufrido por los individuos y proporcione una compensación justa y adecuada.

Este artículo destaca la necesidad de una constante revisión y mejora de los métodos utilizados en la valoración de incapacidades, un tema que el Dr. Maciá aborda con profundidad en su libro Lesiones en los miembros superiores. Es esencial que los profesionales involucrados en estos procesos mantengan una postura crítica y reflexiva para evitar caer en la trampa de la “falsa precisión” y asegurar que sus evaluaciones contribuyan a decisiones justas y equitativas.

Síntesis

  • La “falsa precisión” es la ilusión de exactitud en los valores numéricos de los baremos de incapacidades.
  • Históricamente, la valoración del daño corporal ha intentado cuantificar el daño físico con limitaciones.
  • El médico perito debe reducir la “falsa precisión” proporcionando evaluaciones detalladas.
  • Confiar demasiado en los valores de los baremos puede llevar a decisiones judiciales injustas.
  • Se necesita revisar los baremos y adoptar enfoques más precisos y personalizados.

Bibliografía

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Acerca del autor

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El Dr. Guillermo Gustavo Maciá es Doctor en Medicina. Médico Forense de la Justicia Nacional.
Título de Especialista en Ortopedia y Traumatología de la Asociación Argentina de Ortopedia y Traumatología.
Título de Especialista en Medicina Legal de la U.B.A. Cátedra de Medicina Legal de la U.B.A.
Médico del Trabajo.
Magister en Administración y Gerencia de Sistemas y Servicios de Salud de la Universidad Favaloro.
Ex Médico Titular por concurso público de oposición y antecedentes de la Comisión Médica Central de la Superintendencia de Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones y de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo desde 2004 hasta 2010.
Ex Médico de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo. Subgerencia de Salud de los Trabajadores – Departamento de Comisiones Médicas y Oficinas de Homologación y Visado desde 1998 hasta 2004.
Premio Belbey de la Asociación Médica Argentina al Mejor “Trabajo de Medicina Legal” de 1988. Evaluación Médico-Legal de la Incapacidad por Meniscectomías.
Ex Perito médico especialista de los tribunales Laborales, Civiles, Comerciales y Contencioso Administrativos de la Justicia Nacional.

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